5 abr 2009

Eva Evdokimova, bailarina clásica y pareja de Nureyev



La bailarina suiza Eva Evdokimova murió ayer, 5 de abril, en Nueva York, a los 61 años. Había nacido en Ginebra el 1 de diciembre de 1948 de padre búlgaro y madre estadounidense. Aclamada como una gran y versátil bailarina, querida y admirada en los teatros de ópera de todo el mundo, empezó sus estudios de ballet en la Escuela de la Ópera de Múnich, de donde fue enviada a la Royal Ballet School de Londres enseguida que destacó por sus dotes y musicalidad, dando clases con María Fay.

De allí pasó a culminar su formación en Copenhague con Vera Volkova, lo que compaginó con estudios en la escuela Agripina Vaganova de Leningrado (San Petersburgo), algo excepcional para una joven occidental. Hizo su debut en 1966 en el Real Ballet Danés, donde siguió hasta 1969. Ese mismo año ya se estableció como bailarina principal en el ballet de la Ópera Alemana de Berlín Occidental, donde muy pronto la promueven a prima ballerina.

La reputación internacional de Eva Evdokimova subió como la espuma al ganar por unanimidad la medalla de oro en el entonces prestigioso concurso de ballet de Varna (Bulgaria). Volvió enseguida a Londres, esta vez como invitada del London Festival Ballet, del que fue primera figura desde la temporada de 1974-1975, aún manteniendo su base logística en Berlín Oeste, y apareciendo como invitada con multitud de compañías.

Gracia inigualable

También es en esta época cuando hizo pareja escénica con Rudolf Nureyev, entonces también el ruso en su esplendor. Ella bordó y pulió el papel de La Sylphide de Bournonville hasta una perfección y gracia inigualable, lo que la situó como la mejor de su tiempo; también recreó con éxito el difícil papel de Hilda en A folk tale.

Y destacó en grandes caracteres modernos como Miss Julie (de Birgit Cullberg) o en los ballets de Glen Tetley Greening y La esfinge. Otros roles suyos fueron la hija del jardinero en Scarecrows (de Marcel Luipart, Berlín, 1970), la Cenicienta (de Valeri Panov, Berlín 1977) o la Nastasia de El Idiota (Pavov, 1979). Heinz Spoerli la escogió para protagonizar Verklärte Nacht en Ludwigsburg en 1982.

Su exquisita factura, sus prodigiosos pies, su salto con un efecto de irreal ballon (la ilusión de quedar suspendida en el aire) y su elegancia chispeante, la hicieron el prototipo de la gran ballerina romántica moderna. Su Giselle (que le fuera ensayada y pulida por Ivette Chauviré) y su Sílfide (dirigida por Peter Schaufuss, con quien hacía pareja teatral) han quedado registradas en filmes que desprenden una magia y perfección especiales. Menciónese sus Julietas, tanto la de la versión de John Cranko como la de Nikolai Boyarchikov; o su Cascanueces (de Ronald Hynd, en Londres, 1976).

Evdokimova se mantuvo como estrella de la Ópera de Berlín Oeste hasta la temporada de 1984-1985. Entonces anunció un proyecto ambicioso: fundar una compañía privada bajo el nombre de Ballet of America; pero no lo llegó a realizar, aunque sí continuó bailando algunos años con esa aura de irrealidad que consiguen las grandes en su madurez. En 1990 hizo una memorable encarnación de Odelle-Odille (El lago de los cisnes) montado por Natalia Makarova para el English Nacional Ballet, lo que significó un triunfante y último regreso a la escena británica. En 1974 recibió el riguroso Gran Premio de la Crítica Musical de Berlín y, en 1982, Annemarie Kleinert publicó en Londres Retrato de una artista: Eva Evdokimova, una rigurosa biografía que recogía su intensa y prismática carrera profesional.

También dejó para la posteridad una particularísima versión de La muerte del cisne, de Mijaíl Fokin.
Fuente: elpais.com (Roger Salas)

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